by Jesús Morales Serrano... Con la tecnología de Blogger.
sábado, 29 de octubre de 2011

La más bonita

3 comments

   A menudo me encuentro en un vagón de metro o de cercanías, también en la calle, mirando a gente que a su vez mira al vacío con los ojos llenos, llenos de historias y de vida... Diariamente rodeado de personas, buenas y malas, sin que eso me afecte, como si alguien me hubiera instalado un chip al nacer que me hiciera vulnerable a mantener comunicación con un extraño. Un robot.

   Creo que es por eso que la gente joven bebe tanto y tan mal... el alcohol es un refugio a su inhibición y la necesidad de conocer un mundo paralelo que les es privado de lunes a viernes desde su sobriedad. 

   Hubo un día a mi llegada a Madrid, en que esperaba en el interior de un vagón cualquiera la llegada a destino... fue en el trayecto cuando vi a una chica, no mayor que yo, con la cara manchada de lágrimas secas y las señales de varios puñetazos cobardes, un dolor que trascendía del físico, que se filtraba bajo la piel. Y ahí estaba yo, como un perfecto imbécil mirando de reojo a la chica, pensando en si debía consolarla o no... para cuándo creía tomada una decisión, ella ya había hecho el trasbordo.

   En este sentido, quiero pensar que he evolucionado... La empatía me ha acompañado toda mi vida, y lo ha hecho con intensidad; no es que no me perdone no haber dicho nada a la chica del metro, es que me sigue doliendo su pena... Quizás el chico de pueblo ahora le daría su hombro... Quizás es un egoísta porque vuela en busca del consuelo ajeno, pero también del propio.

   Pero eso ahora no importa. La dinámica de hoy llega con otras personas. De esa gente a la que observas en el metro o el cercanías y te preguntas en qué piensan y en cómo será su vida, gente que transmite emociones y colores diferentes, gente que vive soñando. Me sorprendo desquebrajando la burbuja que me distancia del mundo para abrirla a estos desconocidos. Aún más, rompiendo el chip natal que diera vida al robot. 

   Son sólo divagaciones.

   Entablar amistad con gente con la que trabajas es a menudo extraño y complejo... y más en el modelo que la vida nos obliga a llevar. Competitividad. Realidad que corre como una serpiente bajo nuestros pies, y amenaza con morder la pierna que se esconde bajo el pupitre... y al final siempre la muerde. Las personas de las que os hablo son, han sido e imagino serán brillantes en sus vidas, no son como la juventud actual... no necesitan refugiarse en el alcohol o la droga, probablemente también les agoten sus trabajos y en días les gustaría esconderse bajo una manta y no salir hasta que no regrese la primavera, pero vuelven a la clase y la rutina, en parte motivados por la responsabilidad, en parte por el mordisco.

   Pero no son sólo mentes ágiles... Al mirarlos adivino que hay en ellos de mí, o que tengo yo de ellos. Superando la mera superficialidad o las charlas de biblioteca te encuentras con unos ojos que te miran con cariño. Y con éste ya tenemos el tercer motivo por el que uno se quita la manta de la cabeza y va a trabajar: sincera y plena amabilidad.

   Son mágicos y encantadores. Les pido que me acompañen en la noche de mi cumpleaños, que me regalen la medianoche del viernes, les privo de su familia y amigos, de la mañana de sábado estudiando... y ¿para qué? para acudir a un sitio viejo y estrecho, en el que van a apretujarse sólo por pasarlo conmigo. Pero no sólo eso, también se preocupan cuando estoy fuera de casa, me montan en su coche para que no tarde tanto en llegar o para que no coja el metro a deshoras, meriendan conmigo (que es con mucho mi comida favorita) o sencillamente me dan un abrazo amigo.

   Amigos. Muchos han pasado por mi vida, algunos permanecen y otros ya se han ido. No soy un buen conservador de la amistad. Al contrario me comporto como el artesano que cuida silencioso de su joya sin pulir, preocupado de que el tiempo o la torpeza rasguen su belleza natural.

...

   La más bonita es el título de la entrada, pero es un título incompleto como la Sagrada Familia de Gaudí... y podéis rellenarlo como queráis. Para mí es mirada, palabra o sonrisa. Pero sobre todo la más bonita hoy es la amistad. Para mí es Isabel y es Clara, es Miguel y Maru, Eva, Rocío, Valero, Leticia, Belén, Marina, Carlos, Yeb... y así hasta una veintena o más de nombres que han aparecido en mi vida, completándola y dejándome la huella, la suya.



Foto de mi viaje a Londres. Dos niños juegan en el parque Russell Square.
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3 comentarios:

  1. sin palabras morales....sin palabras....! te has superado a ti mismo!
    comentario debería estar publicado en otro sitio de más indólee!
    ya sabess que los manchegos siempre tendremos huellaa!=P=P

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  2. Muy bonito Jesús, la verdad que es muy admirable todo lo que piensas y te preocupas por la gente, se te nota que eres una bellísima persona. Por eso, deja de agradacer las cosas a la gente que son importantes en tu vida, porque como ya sabrás tu también eres importante para esas personas. La amistad no se agradece se devuelve :) Un abrazo fuerte crack!

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  3. awesome!!! no sabía yo q teniás un blog, y ucho menos tu destreza para expresar lo que sientes de esa menra!!! sencillamente im-presionante
    estoy convencido de que tus actos, tu personalidad, tu altruismo...no quedará en vano!! no me cabe ninguna duda.;)

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