by Jesús Morales Serrano... Con la tecnología de Blogger.
sábado, 2 de febrero de 2013

La caja de los truenos

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   Es frecuente hojear a diario la prensa y analizar con la velocidad de una mirada inquieta los titulares más llamativos, los capaces de permanecer durante semanas, a veces meses, en la retina. Hace unos días leía una noticia acerca de un fenómeno meteorológico anormal y hermoso en Australia que había cubierto de espuma de mar la superficie marina y terrestre de varias ciudades, el resultado dejaba algunas imágenes curiosas que me hicieron reflexionar e imaginar cómo se había producido, si era susceptible de repetirse en un futuro o en otro lugar del planeta... puedo decir que la sencillez que envolvía el acontecimiento evolucionaba fascinante en mis ojos y mi cabeza, dibujando escenas y paisajes hasta entonces desconocidos.

   Así fue pasando el tiempo y a aquella noticia siguieron otras, hasta que un día, puede incluso que fuera antes porque ya no lo recuerdo, el diario El Mundo publicaba una noticia terrible acerca de un evasor de impuestos que había repartido su patrimonio entre diferentes paraísos fiscales con el fin de eludir el pago de tributos y que, aprovechando la amnistía fiscal de Rajoy mientras los asalariados pagaban religiosamente al fisco, retornó su capital a España, ahora blanqueado. La cuestión que no deja de constituir el pan de cada día en un país que aun azotado por el paro no da señales de aflicción gracias, en parte, a las grandes fortunas sumergidas, podría haber pasado fácilmente desapercibida por la habitualidad de la práctica, muy a pesar de las grandes cantidades desveladas en más de 20 millones de euros sobre una estimación de entre el 20% y el 50% de su riqueza, de no ser porque aquél caballero (al que no pienso dar nombre pues sería ensalzar la figura de un personaje conocido por un acto miserable) habría amasado su fortuna de un modo fraudulento y, lo que es más grave, en el seno de un partido político. El Partido Popular, hoy en el gobierno.

   Un buen día el señor B. fue nombrado tesorero del partido ("el que custodia y distribuye los caudales" nos dice la RAE) y desde su posición era el encargado de contabilizar, conocer e informar de las transacciones más importantes que giraban en la esfera no parlamentaria del partido, conviene matizar antes de que sea tarde que la financiación de los partidos políticos en nuestro país es del todo restrictiva (a diferencia de lo que ocurre en otros países con una tradición jurídica más laxa en la materia) y ello es de este modo básicamente por dos razones:

1.- Los partidos políticos que desarrollan una actividad esencial al Estado democrático en el contexto del pluralismo político reconocido en la constitución, no son agentes económicos de primer nivel pues no desarrollan servicio económico alguno, más allá de los gastos inherentes a su normal desarrollo (actos de campaña, sedes institucionales...). Quienes sí desarrollan actividad económica (siquiera en la prestación de servicios públicos esenciales) son las Administraciones Públicas que, más allá de la incuestionable politización de su cúspide o la confusión propia a los Entes Locales, no constituyen ni pueden confundirse con los primeros sujetos.

2.- Los partidos políticos son potenciales candidatos a ocupar el poder ejecutivo, y como tales, de ellos va a depender la configuración de las Administraciones (por medio de Consejerías Autonómicas y Ministerios) en el desarrollo de sus políticas públicas, porque además la democracia permite reconducir al pueblo el enfoque que se da a la actuación administrativa. Es esencial que la Administración no obedezca sino a intereses generales, pues pertenecen a todos los ciudadanos en condiciones de igualdad con indistinción de su procedencia geográfica, sexo o credo. 

   De ahí la importancia de una financiación restrictiva de partidos. Comprenderá el lector que si un privado (como ocurre en las grandes y onerosas campañas estadounidenses) paga a un grupo político una buena suma en periodo electoral no lo hará por filantropía y difícilmente por convicción ideológica... es más probable que le mueva el deseo último de distraer a la Administración (de la que pretende se encargue el partido al que obsequia) de su persecución del interés general por aquél que le es más favorable, un interés particular.

   Pensábamos que los lobbys no existían en España hasta que nos paramos a pensar en quienes reciben las concesiones y contratos administrativos (el hermano, el primo, el amigo del primo, el vecino del sobrino, aquél con el que un día se tomó una caña...). Estos intereses y estas concesiones, uso fraudulento del sector público de lo más ordinario (en todas sus acepciones), se traducen en dinero y no hay muchas personas que puedan conocer de la existencia del mismo, supongo que aquellos que convocan falseadas licitaciones y esperan obtener algo a cambio o, si el escándalo alcanza a mayores, aquél que lleva la contabilidad de la empresa, en este caso del partido político, en este caso el tesorero.

   Parecía que después de la noticia de El Mundo las aguas volverían a su cauce y seguirían apareciendo publicaciones que taparan las anteriores hasta caer en el olvido aquellas extemporáneas. No fue así. 

   Al poco tiempo el diario El País lanzó la bomba con las fotografías de unos papeles. Alguno de mis profesores me ha dicho que el papel soporta muchas cosas, eso debió pensar el señor Rajoy cuando vio su nombre escrito entre los asientos de la contabilidad del dinero negro (pagado y no tributado) del señor B. ¿No sería irónico que quienes nos pedían responsabilidad y sacrificio, los que se vieron abocados a mentir incumpliendo sus promesas de campaña sean los mismos que han estado guardando grandes sumas detrás del cajón sin hacerlo saber a la Hacienda Pública? ¿¡No sería irónico, que quienes legislen delincan!?

   Hoy he leído (en La Gaceta ni más ni menos) que la letra que aparecía en aquella portada bomba de El País es del señor B. que lo ha testado un perito grafólogo, que la Ministra de Sanidad recibió dádivas de la trama Gürtel, que el partido impidió al Tribunal de Cuentas acceder a un extraño contrato. Y así un largo etcétera en un país en que la justicia se paraliza ante el ejecutivo, un país que vomita cuando oye hablar de su clase política (la del pluralismo) pero que carece de la valentía suficiente para construir, incluyendo democracia, soluciones más allá de la frontera de las palabras vacías (como las mías), de coser remiendos en una Constitución que está ajada, pues tampoco nos queda dinero o hipoteca para comprar una nueva. Quizás es más sencillo que todo eso y es reconducible a que en el código genético de nuestra España está la capacidad de crear estirpes, al temor a que nunca hayamos abandonado el modelo feudal... qué sé yo, pregunten a los Borbones.

(...)

   Y aunque no ha sido fácil después de un mal sueño vuelve a brillar la espuma blanca que moja las calles de alguna ciudad australiana, corre por sus montes y juega con los niños, acariciando las ventanas borra las preocupaciones entre suaves suspiros de añoranza y de amor al profundo calor de una tarde de verano al otro lado del globo, en algún rincón paradisiaco del Hemisferio Sur. 


Parque Nacional de Kakadu, Australia.

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