by Jesús Morales Serrano... Con la tecnología de Blogger.
lunes, 5 de septiembre de 2011

Londres. Diario de viaje.

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   Se oye música de fondo, es Someone like you de Adele.

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   Mucho tiempo ha pasado desde la última entrada, también muchas cosas. Un antes y un después en mi vida que quiero compartir, como siempre en el Diente, con vosotros y, por supuesto, algunas claves para aquellos que queráis descubrir o volver a Londres.

   No es fácil resumir un mes en tan pocas líneas, ni expresar las emociones vividas en palabras. Pero, como decimos en mi casa, hay que contarlo desde el llamador.

   El primer día, en que llegué a Londres, acababa de producirse un hecho histórico y absolutamente trascendental en la vida, no sólo de la ciudad, sino de todo el Reino Unido, y que afectaría directamente a los pilares sociales del país. Os hablo de los famosos "Riots" (algo así como revuelta o disturbio en español). Tras la muerte de un hombre negro a manos de un policía que alegaba autodefensa estalló la revolución, los vecinos de Tottenham afirmaban que el policía habría disparado su radiotransmisor para, de este modo, albergar una buena escusa con que justificar el asesinato. Esta teoría se confirmó más tarde cuando la huella de bala coincidía con la del arma del oficial.

   Aunque podría haber sido un movimiento pacífico en busca de justicia para el fenecido, o una muestra de igualdad racial entre las comunidades que habitan en Londres, la realidad es que el altercado superó el grado de esperpento dando origen así a una semana de puro vandalismo, que no solo atemorizó a la capital, en que muchos oportunistas salían a la calle con el objetivo de dar fuga a su furia quemando edificios o saqueando establecimientos.

   Por ese motivo la primera semana no pude pasear demasiado por la ciudad, no estaban las cosas para andarse con tonterías. Aunque exprimí todos los fines de semana hasta la última gota. Fue esa semana cuando conocí Finsbury Park, Crouch End Brodway, Camden Town, Highgate, Regent Park, Oxford Circus, Picadilly y la formidable Trafalgar Square. Todos destinos más que recomendables para el novato como yo, algunos de ellos ajenos al turismo, pero que muestran otra cara de Londres, mucho más auténtica y cercana al pueblo.

   La segunda semana comenzaba, no sin dificultad, a habituarme a la vida fuera de casa, CASA... donde la comida siempre está rica, no falta el cariño, y el tiempo es cálido en verano y frío en invierno... ay! tiempo de Londres, creo que ni los propios ciudadanos lo comprenden. Un día cualquiera podía amanecer soleado y precioso, y a la caída de la tarde acercarse el diluvio universal...también se da a menudo el caso inverso.

   La gente que he conocido en mi centro de estudios ha sido, con mucho, el regalo más grande y hermoso que me ha brindado esta experiencia. Personas de países cercanos y ajenos al mío... paraíso plural donde relacionarse, quizás por vez primera, con gente de Suiza, Rusia, Francia o Japón... Y lo mejor de todo, hacerte de una lengua que no es la tuya ni la suya, no por gusto, porque necesitáis conocer lo que pensáis, lo que queréis y lo que sentís. Eso es extraordinario.

   Esta fue una semana de locura, de Buckingham, Westminster y House of Parliament: el centro de Londres bulle cual magdalena recién salida del horno, especialmente por el ajetreo que en verano mueven los turistas: después del inglés, español e italiano son los idiomas más escuchados. También viajé hasta Oxford donde, quizás por ser más pequeña, pude sentir un ambiente más amable; y pasé unas horas perdido en el museo Británico... espléndido ágora, que además de gratuito (lo que choca con la cultura inglesa) es obligado, ya no sólo para el que busca conocer este país, sino para quien hace lo propio con el mundo.

   La tercera semana se me escapó volando entre las manos, me sentía mucho más cómodo y comprendido en la casa, ni que decir tiene en el colegio en que me movía como pez en el agua desde el primer día, y empezaba a hacerme a las costumbres: almuerzo ligero y cena abundante y temprana. Francamente no ha sido la comida un gran inconveniente en mi viaje, de hecho, y pese al choque gastronómico, la alimentación no es tan mala como la pintan, en mi caso, fue excesivo el pollo, la pimienta o el arroz, y escaso el pescado, pero los sabores son interesantes y, a veces, deliciosos.

   Fue esta semana cuando conocí los dos excelentes mercados de Covent Garden y el de Portobello en Notting Hill, también descubrí Alexandra Palace y Hyde Park... un fin de semana rodeado del lado más verde de la ciudad, y a mi parecer, el más interesante. También paseé por la orilla sur del Támesis desde Waterloo hasta el Tate Modern y la catedral de St Paul a través del puente Millenium. El lunes (de la siguiente) fue día de fiesta, Bank Holiday, debido al carnaval de Notting Hill. Probablemente sea algo injusto con mi juicio o parezca un puritano, pero es lo mismo, yo no lo aconsejaría. Esperando disfrutar de un carnaval de música, disfraces y desfiles, esperando disfrutar de África... lo único que pude ver fue cerveza y oler marihuana. Desde luego no acudí en el día grande, el lunes, porque la experiencia no fue grata, pero tampoco hubiera podido pues el metro estaba colapsado.


   La cuarta y última semana solo pensaba en mi regreso a España, no es que no hubiera o estuviese disfrutando, es que sentía que mi tiempo se había agotado, ya había visto lo más emblemático de la ciudad y mi etapa llegaba a su fin. La despedida con los compañeros y profesores fue dolorosa, pero no más, que la que tuve que ir dando cada semana a mis amigos, esos que se tenían que marchar porque su ciclo en Londres ya había terminado. Soy, quizá en exceso, sensible y aunque no lo exprese me dolía y me duele tener que decir adiós.

   Esta semana anduve por el Soho y el London Bridge, accedí a la Torre de Londres y cogí un avión en Stanstead que me devolvería a la realidad, a Barajas, y a los brazos de los míos.



   Ahora puedo decir que ha estado bien, que si volviera al pasado repetiría una y mil veces, que me queda mucho por conocer, visitar, andar, viajar, ver y descubrir, probablemente no en Londres, ahora amiga y confidente. Pero no será mañana. Si hay mañana despertaré en casa, en España.  

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