by Jesús Morales Serrano... Con la tecnología de Blogger.
lunes, 16 de julio de 2012

La edad de Oro del Pop español

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   Cuentan quienes saben de la música, que el género más comercial y difundido en la cultura contemporánea es el Pop, su origen etimológico no es otro que "popular" luego es aquél nacido por y para el pueblo. Esta corriente persigue la emoción artística que respira la sociedad y de la que se nutren los compositores.

   Debo reconocer, pues es de justicia para el lector, que amo el Pop, el buen Pop, sobre todo en dos subtendencias no muy extendidas: el Indiepop y el Synthpop. El primero con los ritmos y colores más retros, propios de la década de los sesenta, y el segundo, un sonido más plástico y técnico, del que creo se vive ahora su época de máxima expansión, y cuyo origen se remonta a los ochenta. Algunas de mis bandas favoritas como La Casa Azul, fun., Young Liars, Röyksopp o Foster the People, juegan con mayor o menor frecuencia en este terreno. Son quizás, así quiero creerlo, las canciones que pueden marcar el tiempo en que nos desenvolvemos (la nueva década de los '10s).

   En nuestro país el Pop vive una trayectoria tardía e inconstante, lo que es acorde con la historia reciente de España. Hasta bien entrada la década de los sesenta no puede hablarse de una implantación, que no fuera importada, del género. En los cuarenta y cincuenta las canciones que llenaban las verbenas y tertulias eran, con suerte, pasodobles, boleros y miscelánea flamenca. El estado vive una dura posguerra que se traslada a las composiciones musicales, con la sombría y un anhelo de esperanza que, quizás también, lo sea de los ritmos alegres que se dejaban oír en los cafés de Londres o Nueva York.

   Con el reblandecimiento del régimen y la cultura del guateque, se abre una pequeña puerta a un grupo de neorevolucionarios, modernos en un país antiguo, que encabezados por el "Black is Black" de Los Bravos encuentran la masiva aceptación del pueblo. Son POPulares. Después, o puede que al mismo tiempo, se gesta el movimiento Ye-yé (en esencia franco-hispano) que dio un giro social y cultural en la época fortaleciendo, desde la dulzura de sus letras, el rol de la mujer independiente, trabajadora y moderna.




   Así pues, los últimos años de la dictadura se vivieron, con mejor o peor fortuna, cantando y bailando los temas de Marisol, Los Brincos, Helena Bianco y los Mismos o Karina. El Pop había tocado a la puerta, pero aún estaba lo mejor por llegar (¿también lo peor?).

   Con la muerte del Caudillo y el ansia democrática, renace un espíritu musical totalmente distinto a los ritmos anteriores (algo manidos y recatados) que evoluciona galopante hasta alcanzar el auge en un Madrid enfervorecido por la Movida que envuelve las calles que rodean a la Gran Vía, sorprendiendo a la noche y rompiendo, de un modo radical, toda atadura ética y estética relacionada con el régimen.

   En este punto hablar de la calidad musical del Pop de los ochenta desataría un debate infructífero, no hay nada más subjetivo que el gusto cultural, pero sí que creo que existe un alto grado de consenso en considerar a esta década (1978 a 1990) la más libre, juvenil y divertida de cuantas hemos conocido. Es por ello bautizada como la "Edad de Oro del Pop español" (La Edad de Oro es el nombre de un programa de Paloma Chamorro para Televisión Española que dio a conocer los nuevos grupos del movimiento y también es título de un álbum recopilatorio publicado en 2001 con más de cien temas y muchas horas de música sólo aptas para los más fanáticos de la Movida, edición que debió gozar del apoyo popular pues se han editado hasta doce volúmenes).

Fotograma de "Pepi, Luci, Boom y (...)" de Pedro Almodóvar.
   Así, la libertad de expresión viene a romper barreras en el panorama musical. Se desentierra incluso la exiliada canción protesta que algún día abanderó el magistral Paco Ibáñez llenando el Olympia de París. Pero a diferencia de los neorevolucionarios y ye-yés de los sesenta y primeros setenta, los de la Edad de Oro lo tendrán (con la libertad adquirida) mucho más fácil, destapando tabúes hasta la fecha inconcebibles y/o inconfesables. Para ilustrarlo quiero recordar Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón (1980) de un Almodóvar en estado puro, un filme con ingredientes sadomasoquistas, lésbicos, drogados y grupis, que habría hecho las delicias de cualquier censor (lluvia dorada incluida).

   Bromas aparte, parece claro que España necesitaba de una Movida que barriera el polvo de la opresión.

   Probablemente los mayores exponentes de la música reciente gestada en aquella década son Joaquín Sabina y Luz Casal, quienes con sus voces rasgadas consiguen abrirse paso cultivando un estilo mucho más cuidado que la tónica imperante, con unas letras que a menudo rayan lo excelso. En estos años ambos nos regalaron grandes temas (Te dejé marchar, Loca o No me importa nada de Luz, Princesa, Que se llama soledad o ¿Quién me ha robado el mes de abril? del maestro Sabina) bañados de penumbra y de Rock. He debido citarlos en la entrada, pues aún sin ser un gran referente Pop, se definen, desde luego, como un hito musical perdido en nuestro tiempo.

   La Movida no tiene un corazón homogéneo, ni se esperaba que lo tuviera, rascando un poco apreciamos una amalgama de voces, estilos, letras y artistas muy diferentes, en general modernos, transversales y atrevidos de su tiempo. Si hay un patrón común es que eran una panda de soñadores... y puede que consiguieran que la gente soñara con ellos. Para la ocasión he seleccionado Ocho de mis temas preferidos, en que busco encontrar ese espíritu pop y esta década de los Ochenta.

1. Cosas de la Edad de Modestia Aparte.


    
2. Mil calles llevan hacia tí de La Guardia.


3. Marta tiene un marcapasos de Hombres G.


4. Ni tú ni nadie de Alaska y Dinarama.


5. Lucha de gigantes de Nacha Pop.


6. Sildavia de La Unión.


7. La casa de la bomba de Brighton 64.


8. La estatua del jardín botánico de Radio Futura.



   Mejor o peor, esta es mi selección, no puedo dejar de invitaros a formar la vuestra con los ritmos y las letras que dejó la Movida. He debido dejar muchos nombres de protagonistas como Duncan Dhu, Cómplices, Los Secretos, Tino Casal o Seguridad Social, que al igual que mis electos luchan por la supervivencia contra el tiempo.

   Todo es pasajero, y así ocurrió que los ochenta dieron paso a los noventa, las luces de la ciudad se fueron apagando o fueron remplazadas por otras que dejaban otro color y un ambiente enrarecido por la novedad del fin de siglo. Así también la música volvió a cambiar, el Pop se consolidó en la dulzura de Ella Baila Sola y La Oreja de Van Gogh, y quizás hacia un degenerado género fusión con estilos recogidos del flamenco, del que muchos artistas dieron cuenta en lo venidero.

   Esperando al futuro me quedo, al menos hoy, abrigado a la nostalgia, escuchando las canciones de otro tiempo, las que revolucionaron el país y dieron vida a la Edad de Oro del Pop español.

(...)

   ¡Y no! No me he olvidado. No me olvido de Ana, José y Nacho, que hicieron historia en nuestra música y cuya historia excede a la Movida. No me olvido ni nos olvidamos, porque no queremos ni es posible, de la banda que más discos españoles ha vendido. No me olvido de Hoy no me puedo levantar, Perdido en mi habitación, Barco a Venus, Aire, Me cuesta tanto olvidarte, Hijo de la luna o Mujer contra Mujer. 

No me olvido de Mecano.
  
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